Tanto la música en el movimiento como el movimiento corporal
en la música responden simultáneamente a principios que nos hacen reflexionar
sobre sus bases y consecuencias, en aspectos tan significantes como su forma y
construcción, el estímulo y la reacción, el simbolismo y la comunicación o el
ánimo y la expresión. Los elementos fundamentales constitutivos de la música
"ritmo-melodía-armonía" sin la capacidad de movimiento, de la
imaginación motora y de la premonición espacial carecerían de sentido como
medio expresivo para el ser vivo consciente. Es más, sin el movimiento el ser
humano no podrá percibir ni crear la música, donde se configuran las
vibraciones que serán transportadas por el medio.
El niño al nacer presenta una motricidad de tipo
subcortical, sus comportamientos están regidos por las necesidades orgánicas:
hambre, sueño... La motricidad va evolucionando desde situaciones generales a
particulares. Conforme va creciendo, comienza a establecer relaciones y deseos
con las circunstancias que le rodean. A los pocos meses, los circuitos
psicomotores se van haciendo más complejos...
En la etapa infantil ya es capaz de sentir su cuerpo
globalmente, integrando las partes afectivas y expresivas. Este periodo se
caracteriza por la percepción de la motricidad global, la evolución de la
percepción del propio cuerpo, el acceso al espacio orientado (espacio propio:
aquel que ocupa el cuerpo; espacio lejano: aquel que se puede conquistar con el
desplazamiento de los segmentos y espacio último: aplicación del tiempo
conjuntamente a los desplazamientos corporales).
Pero, ¿qué relación existe entre el esquema corporal y la
música?... Coste define el esquema corporal como la organización psicomotriz
global en la que entran en juego todos los mecanismos y procesos de los niveles
motores, tónicos, perceptivos, sensoriales y expresivos, a los que hay que
añadir el aspecto afectivo. Para Wallon no es un dato inicial ni una idea fija,
sino el resultado y requisito de una ajustada relación entre el individuo y el
medio... pero no pretendo emplear estas definiciones como base de un
“aprendizaje receptivo”; juntos, coordinando nuestros distintos puntos de
vista, podemos descubrir la importancia
de la música en la expresión corporal del niño.
La educación del esquema corporal es una pieza fundamental
de la educación psicomotriz, ya que el niño se va adaptando al mundo a través
de su cuerpo, y debe conocerlo para manejarlo con eficacia. Pero si el
movimiento de los niños (caminar, correr, saltar, palmear, balancearse,
gatear...)lo unimos al estímulo musical, supone un descubrimiento emocionante,
una mejor comprensión de ella, que no sucede cuando sólo la escuchan o se
mueven sin escucharla.
Al vivirla de forma total por el cuerpo, amplían y
enriquecen la vivencia musical. Con sus
gestos, sonidos, movimientos... adquieren conciencia de si mismos, afirman
su personalidad, se comunican con los
demás... La música les permite intervenir activamente en el medio que les rodea,
despertando en ellos interés, receptividad... y favoreciendo de este modo el
camino que los llevará hacia la autonomía personal.
La rítmica, (expresión corporal de los ritmos musicales)
juega un papel importante en todo programa integral de educación musical
infantil. Willems solicita abiertamente la inclusión de la rítmica como
actividad sistemática y habitual, junto a la iniciación musical en la educación
de los niños. El método Dalcroze para la enseñanza de la música es un método
esencialmente rítmico, parte de la base de que el ritmo es el elemento de la
música que afecta en primer término y con más fuerza la sensibilidad infantil.
Una música adecuada les puede ayudar en el control del tono
muscular, en la consolidación del predominio lateral, en el descubrimiento y
toma de conciencia de las distintas partes del cuerpo... Podemos partir de
movimientos amplios, estiramientos, jugar con nociones de equilibrio,
desplazarnos por el espacio al son de la música y aumentar de este modo las
posibilidades expresivas del cuerpo, para expresar y comunicar sentimientos,
emociones, necesidades....
Como dicen Bernal Vázquez, J. y Calvo Niño, Mª L en su
libro: “Didáctica de la Música. La expresión musical en la educación infantil”:
“...la música cumple un papel muy importante, sostener el movimiento,
sugerirlo, justificarlo. Moverse, sentir la vida, tener ganas de expresar
alegría, disfrutar, es danzar. El niño pequeño descubre el mundo moviéndose,
tiene necesidad del movimiento para vivir la música, precisa descubrir el
espacio en el que se encuentra, como una manera de orientarse y enriquecer los
movimientos, descubriendo las cualidades que el cuerpo posee, sintiéndolas. De
esta manera es como se aprende a conocer, respetar, amar el cuerpo y a
comunicarse con los demás”.
No caigamos en el error de que los niños, porque sean
pequeños, no van a poder disfrutar con el tipo de música que a nosotros nos
gusta... Recientemente trabajé con una clase de Educación Infantil un ejercicio
de expresión corporal, a partir de las Cuatro Estaciones de Vivaldi y el Sueño
de una noche de verano de Mendelssohn. Con esta música inventamos una historia
y disfrutamos mucho con la dramatización de la misma. Gracias a la música
aumentó su interés por expresarse con el propio cuerpo.
Cuando trabajo con niños, disfruto con ellos y me sumerjo
por completo en la actividad que estemos realizando. Esto no significa que me
olvide de mi papel de adulto, sino que aprovecho el centro de interés que en
ellos ha surgido para que la actividad tenga un resultado positivo, y en el
caso comentado anteriormente el centro de interés surgió al escuchar la música.
Suscribo en este momento lo que dijo en cierta ocasión Pau Casals: “¿Existe un
trabajo más importante que el de formar y dirigir el desarrollo de un ser
humano?... Yo nunca he trazado una línea divisoria entre la enseñanza y el
aprendizaje. Es verdad que un maestro debe saber más que su alumno pero, para
mí, enseñar es también aprender”.
Y quisiera terminar en esta ocasión con las palabras de
Khalil Gibran, pero afirmando que no sólo los padres, sino toda persona que
rodee al niño de infantil, puede hacer mucho por su educación: “puedes darles
tu amor, pero no tus pensamientos pues ellos tienen sus propios pensamientos;
puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas porque ellas viven en la casa del
mañana, que no puedes visitar ni siquiera en sueños... Tú eres el arco del cual
tus hijos, como flechas vivas, son lanzados, deja que la inclinación, en tu
mano de arquero, sea para la felicidad”. ¿Quién sabe si esa felicidad la
encuentren en la música?...